martes, 16 de marzo de 2010

then you'll be born back again

Que no quiero vendavales baldíos, calamidades: cuando llegaron los jinetes ya no quedaban rosas que cenar, sólo cuatro herraduras y un látigo. Cercenar era un verbo divertido en la medida en que pueden ser graciosas las carnicerías, los martes que fuimos de plástico... Me balanceaba en las carencias. Y si no hay mañana, y si no hay mañana no hay mañana, súplica sin réplica. Un cuchillo destemplado en las costillas de la princesa, frío, crudo como las sábanas del día después. Te devolveré los huesos cuando tengas palabra, cuando selles las horas con un acorde por cada mordisco mal asestado. Temblaremos de impaciencia. Yo todavía me acuerdo de una calle con luces postizas, you would turn around and say "hey, how can you love me anyway?" La sangre en las pestañas pesa más cuando se seca, y los mediodías de marzo el sol se finge cegador, pero yo sé sonreírme cada vez que me despeina el viento. A veces hasta me despeino de felicidad. Y es tan azul, tan raro, mis uñas son las tuyas, te arañaré la carne hasta volverme arena, de la suave, de la leve, puro algodón salado, que se te meta en los ojos pero que no pique, que nunca duela demasiado.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hay gente que también sabe despeinarse cuando se sonríe :)