"Por estas cosas quiero irme, por estas cosas huyo noche sí y noche también. Se apagan las farolas a mi paso, y no es una metáfora ni una canción de hip hop aunque lo parezca, es una verídica e inoportuna casualidad; y cuando ya he pasado vuelven a encenderse, maldita sea, qué mierda de ciudad. Hay algo que dice que no debería estar aquí, en estas calles, hay algo que falla en todo esto y no sé. Como llegar a casa, ver la tele encendida y decir "eso es Scarface, ¿no?" y que una voz condescendiente responda "no, es El precio del poder". Algo equivocado en mi vida, una pieza que no acaba de encajar en el puzzle humano."
[marzo de 2009]
Marcharse, marcharse. Marcharse no siempre es huir; yo no huyo, busco más, confío en paladear lo diferente. Porque ignoras que el aire de cada ciudad sabe diferente hasta que lo pruebas; no sabes que el color del cielo no es igual en dos lugares distintos, ni que la gente no tiene el mismo caminar. Y eso hay que sentirlo por lo menos una vez en la vida; el problema es que cuando empiezas no puedes parar.
Y aun así, a veces marcharse parece que inconscientemente es algo más; que cualquier puto lugar del mundo sería mejor que esta ciudad absurda y que este desasosiego, esta impotencia de mierda; pero lo que tú no sabes es que no es de eso de lo que hay que huir, que es inútil; porque lo que de verdad hiela los huesos, lo que corroe las entrañas y se agarra a la garganta nunca, jamás viene de fuera: está dentro, siempre está dentro aunque a veces se oculte en un rincón. Y de eso, amigo, no se aleja uno tan fácilmente, de eso no hay quien huya: eso te persigue, te da caza día a día, y se queda contigo toda la vida.
1 comentario:
A mi també em passa, que se m'apaguen els fanals, i fa molta ràbia.
Per sort ja tenim una mica d'experiència en això de marxar i tornar i marxar i tornar. Marxar fa il·lusió (ens sembla que ens podrem menjar el món) i tornar es fa una muntanya, però en el fons marxem perquè sabem que podrem tornar.
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