sábado, 16 de mayo de 2009

Mediterráneo

Tengo bajo los pies el mar, el agua que se marcha y vuelve, el reflujo de las olas, el vaivén indeciso de la terca marea, los espacios salados y las huellas a medio borrar. Es inexacto decir eso; sería más fiel decir que está ante mí; que el hecho de que la arena en que estoy sea más densa y esté más elevada no significa nada. Así que tengo el infinito ante mis manos, la luna de un naranja vivísimo en el cielo inmediato, y un triángulo perfecto otra vez; la arena y la sal en los pies y canciones en el pelo. Y dejo mis huellas en la arena casi sin querer, persiguiendo una ola (una hora) cualquiera con el fervor del alcohol en vena, con el desasosiego de quien no espera nada ni tiene nada que perder.

Veo la inmensidad eterna, la levedad del ser, la falta de razones sólidas: la ausencia de principios innegables. Si ni siquiera el mar permanece en su sitio, hay poco que yo pueda hacer para cambiar el mundo. [Me gustaría que ahora te fueras.] Y camino entre las barcas aunque haya pocas y aunque nadie pregunte y nadie aparezca de repente; camino aunque mis huellas estén solas y demasiado separadas y no importa; no importa porque en pocas horas estas mismas olas las habrán borrado, y no quedará rastro de mí en esta playa. En esta arena que es tan mía y es tan tuya, tan de todos, pero que ya no sabe prometer nada.

La luna, tan naranja como una mandarina, es más pálida a cada minuto, y precisamente hoy no dejaba de escuchar esta canción. Juro que es lo que siempre he pensado, que me da escalofríos y que no habría podido explicarlo mejor:

El sentido a una vida demasiado a la deriva,
el porqué de este escrito,
el patrón de mis cenizas;
el mar Mediterráneo.

[Facto Delafé y las Flores Azules - Mediterráneo]

1 comentario:

Eva dijo...

"And ye that on the sands with printless foot
Do chase the ebbing Neptune, and do fly him
When he comes back"