viernes, 27 de noviembre de 2009

it's not easy to erase your blood

Podría pasarme la noche borrando los rastros de sangre de la pared, despegar los dientes de la almohada y exorcizar en ella cada una de mis obsesiones cuchillo en mano, con los ojos vendados y un orgasmo en el café. Podría esperar aquí sentada, golpear la ventana hasta desempañarla, ser mortífera y mortal como las horas, desgarrar el espejo con mis mejores cartas. Podría también otras cosas como arrastrarme por el suelo, gritarme hasta el alba con los labios vino tinto y, joder, morderte la conciencia, romperme la voz. Dejar de acostarme a la desesperada; ser capaz de dormir sin pensar en la muerte.

domingo, 22 de noviembre de 2009

do you want it?

Descubro de repente que me ando desaprendiendo con los años; poco a poco he olvidado la forma de no hablar con los ojos cada vez que me vacías, y juego con esta lengua, que es la mía y no lo es, para fabricar puentes de palabras, para verte, para no verte a tientas, para no buscarte, para no encontrarte. A veces salía a la calle con los ojos casi cerrados, con la niebla entre los puños, y un rato más tarde me llovía, me nevaba, me volvía poesía. Escribo para no rodearme de delirios y no asfixiarme con imágenes que me buscan, me atrapan, ojalá mis dedos no fueran mis dedos y pudiera pintarte la cara de colores sin complejos, embadurnarte, cubrirte las manos de arena, pisarte descalza como pisan los dioses, llevar guirnaldas en el pelo y atacarte, atarte y atacarte siempre así, atávica, lejana.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Imperativo

Nada de lo que he dicho me ha salvado la vida, nada de lo que he escrito. Cada uno de los días, de los minutos que me has dado fiebre van a pasar y mi sangre, algún día, pesará como los años, como los amigos perdidos, como las promesas ligeras, los libros que no has besado, los labios que no has leído, el granizo encarnizado, la lucha por sobrevivir empieza hoy; recuérdalo, recuerda siempre esta vida (y la tinta, mis manos), todo lo que le dimos, las veces que dijimos: hoy seremos más.

jueves, 12 de noviembre de 2009

that's all, I don't think of you that often.

Así que me tambaleo; físicamente y no metafórica. Será de los rusos blancos, la Rússia blanca (ens preparen un nou món); hoy he soñado que nevaba. Y fíjate, llueve y hoy he dormido en el cojín derecho aunque ahora esté a la izquierda, que está chafado por todas partes, y he fumado porque me apetecía, así, llanamente. Notre-Dame es como un espectro siempre presente, no allá donde mires, pero sí cuando mires, tan blanco que reluce en el blanco de los ojos cuando apartas la vista, cuando se la queda el río. El frío es cada vez peor, dicen; yo creo que mi abrigo no abriga demasiado y pronto tendré que cubrirme las orejas, las manos, la nariz y el corazón porque esta ciudad te deja ciego de tanta belleza, y tonto de tanto decorar la razón.


sábado, 7 de noviembre de 2009

lo complicado de lo simple

Imprescindible atravesar el tiempo y el espacio. Los días que no estaba no sabía dónde verme; colgarme del techo y dejarme la piel en las cortinas. Cada noche muerdo las nubes antes de acostarme, cada noche pienso en nada; y después digiero las nubes porque es lo necesario ahora que estoy tan delgada que se me llevaría el viento desde el puente de Bir-Hakeim. Decido que ahora que no me reconozco en los espejos voy a comer mucho y mucho de todo, y queso y chocolate, que a mí lo de desaparecer nunca me ha hecho mucha gracia. Mi ventana no despierta bajo el cielo de París, está empañada, y yo querría darle la vuelta a este día de lluvia esporádica, a este clima impertinente que intercambia sol con paraguas como quien chasquea los dedos.

Pero Vaugirard brilla de forma tan extraña esta noche de cinco de la tarde; hay miradas en los coches y veneno en las miradas: una monja recorre con los dedos las cuentas de un rosario y me observa; yo hace días que he perdido la cuenta de las horas que hace que el reloj no avanza. La ciudad se diría la misma, aunque no lo es, y la lluvia parece borrar cada una de nuestras huellas. Es la primera vez que oigo la voz de la chica de los tacones; no entiendo lo que dice, pero va a desgarrarse el alma. Mátame tres veces y a la tercera diré no, espera y no te vayas, soy tan así que no sé cuándo dejar de huir ni cuándo quedarme, y dejo que mis venas me guíen por los mapas que escribí, cuando escribir estaba en mis venas todavía. En mi cabeza las palabras, los colores, las entrañas, tienden a pensar que aunque mi vida es más que todo esto las ciudades con río me van a matar. Hace tanto frío en el Sena... Y al fin y al cabo hay tantas cosas en el aire: un mar de formas inconcretas, un rasguño, una metáfora, cientos de segundos dormidos (o cien versos que quisiera creer míos) y la certeza de saber que nunca voy a entender nada si no lo entiendo demasiado, porque tengo los sentidos al revés, a Dios gracias.