viernes, 25 de septiembre de 2009

París

Es como si de mí se esperara algo tan maravilloso como la ciudad, letras que sean París y que brillen como el sol tras mi nueva ventana, algo así como mi vida en prosa; por eso hace días que no escribo, por eso no sé qué decir cuando veo retazos de la Maga en una esquina. Así que como lo subjetivo se me escapa por demasiado fuerte, sólo me queda describirlo con pedazos de objetividad, como que me estoy acostumbrando al aroma de la vainilla, de la pizza al atardecer, al olor extraño de la mesa de madera, a paredes desconchadas, al espejo de cada mañana, que cada cada mañana me dice que hoy es otra mañana, que cada una es un regalo aunque sea tópico decirlo y me dé repelús tanto romanticismo. Y como hay cosas que nunca cambian, escribo sin gafas porque me he olvidado de cogerlas, entre tantas otras cosas, como aquel día que me olvidé un poco de quién era o las veces que he olvidado cómo olvidar.

1 comentario:

Gemma dijo...

M'encanta! :)
Perquè en les teves paraules hi ha amagada la influència de Cortázar, de Rayuela (que em llegiré en breu).
Perquè descrius casa nostra
Perquè està aquí és un somni i es un plaer compartir-lo amb tu!