Deshago las articulaciones del tiempo y cada noche parece la noche de mi vida. Tienes las manos descalzas, la mirada desnuda y una vez un aprendiz de genio te regaló una caja de bolsitas de té; es tan vívido como el sabor de la sidra en vasos de plástico. Tiemblo como una niña inocente, inconsciente, como la que nunca he sido, y caminar hacia atrás me parece perfecto, brillante, irreal. Dudo un segundo y la duda me lleva al día en un lugar distinto; busco mi casa desde la otra orilla del río, que allí es más salvaje, amenazante, y me da escalofríos ver que la frontera es real, que a un lado hay sol y al otro nubes negras; que sólo los coches cruzan el puente, porque quién querría ir ahora a esa tierra extranjera, a ese sitio del que nadie vuelve jamás porque nadie va jamás. Y tienes la fuerza de la madrugada en las entrañas, las venas revueltas, los ojos cansados y los brazos llenos de cicatrices efímeras de cabecear en el metro. Sabes que sabes quién eres, que lo sabes muy bien. Piensas que quizá por primera vez, pero seguramente no. Y me muero por llegar al otro lado, por ver qué hay más allá, o ver más allá en lo que ya he visto: porque las madrugadas sin dormir son tan de colores. El tequila ha sido rojo y naranja, el césped es verde, el cielo es de un azul imponente. Y cruzo el puente, porque aún tengo sed y ganas de silbar (aunque no me salga bien), cantar y saltar y correr hacia atrás, y porque no podía ser de otra manera. Y es que también sabes otra cosa, lo más importante: Tú cruzas; tú siempre cruzas.
I'm not afraid to get it right
I turn around and I give it one more try
I'm not afraid to get it right
I turn around and I give it one more try
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